VIRNA Y ERNESTO / CINE

RITMO, DOCUMENAL Y VANGUARDIA
Por Joris Ivens - 1932.
Traducción de Florencia Lajer



Mi exposición en este congreso es una suerte de excepción porque, en cierta forma, empiezo por el límite del tema, allí donde normalmente no solemos llegar con nuestras discusiones: ¿Cómo se aplican sus invenciones técnicas y científicas? Estamos hablando de un nuevo factor: el poder artístico. Nuestros logros técnicos y científicos se diseñan con la mediación del poder creativo del artista.

Lamentablemente, desde el principio este diseño fue casi exclusivamente controlado por la productividad del capital, lo cual lo distorsionó e hizo que el desarrollo real se ralentara. La industria del cine es la culpable: hizo mal uso de su trabajo científico-técnico y creó una especie de “inflación de arte”. El cine de vanguardia – brigadas cinematográficas – lucha contra esta inflación del arte.

Hace aproximadamente diez años, esta vanguardia comenzó su trabajo, primero en Alemania, luego en Francia y otros países. Aquí y allá, cineastas independientes externos a la industria cinematográfica siguieron sus propios caminos. Buscaron y encontraron una forma puramente cinematográfica de trazar un tema. Trabajaron el lado artístico, estético, y social del cine. Existían pocas oportunidades para ese cine en la industria de aquel entonces, como sigue sucediendo hoy, salvo en la Rusia soviética.

La industria imaginó que los trabajos de estos cineastas de vanguardia estaban hechos para pequeños segmentos de la audiencia.
La vanguardia no lucha contra la industria del cine porque es una industria sino porque, en términos generales, considera que su producción es de mala calidad.

¿Cuál es la tarea que los cineastas independientes nos asignamos? El cine debe responder a su propia esencia de la forma más perfecta posible. El cine es el arte de la imagen en movimiento. Por esto, el diseño final tiene dos tipos de tareas: las que conciernen a la imagen en tanto momento estático de una serie de imágenes en movimiento, y aquellas que hacen al movimiento en sí, la organización de miles de imágenes.

Las tareas de la imagen fija son por naturaleza fotográficas, ópticas, mecánicas. Cuestiones como la relación de aspecto y el color están relacionadas con ellas.

Hablemos ahora del lado sutil del cine: el movimiento – el elemento básico de la imagen sintética del arte cinematográfico. No me refiero aquí al movimiento en el sentido de su mecánica, sino en su sentido – digamos – artístico: el ritmo. Las leyes del ritmo, que también se aplican a la música, la pintura, la literatura y la danza, son igualmente determinantes en el cine. Sin embargo su aplicación es muy diferente. En cualquiera de las artes, y también en el cine, cuando estas leyes son aplicadas se adquiere poder. Tratamos de aplicar las leyes del ritmo en película sin influencia de la literatura, la pintura, el teatro, etc. Buscamos nuestro propio ritmo cinematográfico, con sus propias leyes de espacio y tiempo. Y en estos últimos años hemos incorporado un excelente aliado: el sonido, que nos muestra nuevos caminos hacia el ritmo.

El ritmo de un film es una noción difícil de definir, más difícil que definir objetos concretos, como puede ser un reflector de luz (aunque también pueda presentar dificultades). El ritmo en un film está determinado por una encadenación lógica de pensamiento que precede al diseño; por una secuencia de nociones y emociones, y por el cierre de ese Todo. Y creo que la forma de las películas actuadas de hoy ralenta, transforma, y a veces hasta destruye el desarrollo del cine. Lamentablemente, ese ritmo de los films actuados es determinado por elementos que les son externos, en general elementos literarios. El director y la audiencia de una película no deberían ver la pantalla de proyección blanca con los mismos ojos con que ven las páginas blancas de los libros en los que tienen origen.

El sano desarrollo del cine es ralentado por el film actuado, que ha adquirido una popularidad demasiado barata. No estoy hablando siquiera de malas influencias, cálculos comerciales que especulan con el falso sentimentalismo del público.

Creo que, en este periodo de desarrollo del cine, lo mejor es no atar al cineasta a priori a regulaciones falsas y anti-fílmicas, por el contrario: se le debe dar un campo de trabajo en el que pueda encontrar un mejor ritmo, un ritmo en concordancia con su talento cinematográfico. Y este campo es lamentablemente llamado documental. El documental suele ser visto como una categoría de films más cercana de los noticiarios, reportes y films culturales que de los films actuados. No son las ideas venidas desde el exterior, sino los objetos en sí mismos los que indican su ubicación en una secuencia espacio-temporal. La forma fílmica se origina en la relación entre imágenes registradas. Sólo aquellas imágenes verdaderas y directas pueden ser llamadas documentos. En el cine documental, el cineasta está forzado a ser honesto y abierto con sus sujetos. Sólo entonces encontrará el verdadero diseño cinematográfico. Y con este poder, el cine documental debe mostrar al film actuado nuevas formas – y así el verdadero drama fílmico será descubierto.

En general, los films actuados de hoy tienen, en su falta de honestidad, una influencia negativa y adormecedora sobre la gente. Su falso romance los distrae de los problemas reales e importantes de nuestro tiempo. El documental y una nueva forma de films actuados deben tener un efecto de activación en el espectador, deben darle poder positivo. Esa es la gran tarea a la que la industria y la vanguardia deberían apuntar.

Por Joris Ivens - 1932.
Traducción de Florencia Lajer