VIRNA
Y ERNESTO / CINE
LA IMPORTANCIA
DEL CINE NO ACTUADO
por Dziga Vertov
Exposición de 1923
Nosotros afirmamos que a pesar
de la existencia relativamente larga del concepto “cinematografía”,
a pesar de la multitud de los dramas psicológicos, pseudo realistas,
pseudo históricos y policiales puestos en circulación, a
pesar de la cantidad infinita de salas de cine en actividad, no existe
una cinematografía en su forma verdadera, y que sus tareas fundamentales
no fueron comprendidas.
Nos atrevemos a lanzar esta afirmación refiriéndonos a los
informes de que disponemos en cuanto a los trabajos e investigaciones
realizados aquí y en el extranjero.
¿A qué se debe?
Se debe a que la cinematografía sigue estando en la mala senda.
El cine de ayer y de hoy es un asunto únicamente comercial. El
desarrollo de la cinematografía es dictado sólo por motivos
de lucro. Y no hay nada sorprendente en que el gran comercio de las films-ilustraciones
de novelas, de romanzas y folletines pinkertonianos haya deslumbrado y
atraído a los productores.
Cada film no es nada más que un esqueleto literario envuelto en
una cine-piel.
En el mejor de los casos, bajo esta piel crece cine-grasa y cine-carne.
Pero nunca vemos una cine-osamenta. Nuestro film no es otra cosa que el
famoso «trozo sin hueso» pinchado en una estaca de madera
de álamo, sobre una pluma de ganso de hombre de letras.
Resumo lo que acabo de decir: no hay obras cinematográficas. Hay
concubinato de las cine-ilustraciones con el teatro, la literatura, la
música, con quien y lo que se quiera, cuando y durante todo el
tiempo que se quiera.
Entiéndanme bien. De todo corazón saludaríamos la
utilización del cine en beneficio de todas las ramas del saber
humano. Pero definimos esas posibilidades del cine como funciones anexas
e ilustrativas. Ni por un instante olvidamos que la silla está
hecha con madera y no con la laca que la recubre. Sabemos perfectamente
que la bota está hecha de cuero y no con la pomada que la hace
relucir.
Pero el escándalo, la irreparable equivocación es que ustedes
todavía consideran que su misión es pasar la pomada cinematográfica
sobre los zapatones literarios de los demás (si es una gran producción,
digamos que son zapatos franceses de taco alto).
Recientemente, creo que en la presentación de la decimo séptima
Kinopravda, un cineasta cualquiera declaró,!¡Qué horrorl
Son zapateros y no cineastas». El constructivista Alexei Gan, que
no se hallaba lejos, replicó pertinentemente: ‘Dennos más
zapateros de este tipo y todo irá bien».
En nombre del autor de la Kinopravda, tengo el honor de declarar que está
muy halagado de esa apreciación sin reservas referente a la primera
obra zapatera de la cinematografía rusa.
Eso vale más que ser un «artista de la cinematografía
rusa».
Vale más que ser un «realizador artístico».
Al diablo el lustre. Al diablo las botas lustradas. Que nos den botas
de cuero, Alinéense con los kinoks, primeros cine-zapateros rusos.
Nosotros, zapateros del cinematógrafo, les decimos a ustedes, lustrabotas:
no les reconocemos ninguna antigüedad en la fabricación de
las cine-obras. Y si en general puede hablarse de la antigüedad como
de un privilegio, entonces ese derecho nos corresponde por entero.
Pero lo muy poquito que prácticamente realizamos de todos modos
es más que su nada, producto de tantos años.
Fuimos los primeros que hicimos films con nuestras manos desnudas, films
quizá torpes, toscos, sin brillo, films quizás un poco defectuosos,
pero en todo caso films necesarios, indispensables, films orientados a
la vida y exigidos por la vida.
Definimos la obra cinematográfica en dos palabras: el montaje del
«veo».
La obra cinematográfica es el estudio acabado de la visión
perfeccionada, precisada y profundizada por todos los instrumentos ópticos
existentes y principalmente por la cámara que experimenta el espacio
y el tiempo.
El campo visual es la vida; el material de construcción para el
montaje es la vida; los decorados son la vida; los artistas son la vida.
Indudablemente, no impedimos ni podemos impedir que los pintores pinten
sus cuadros, los músicos compongan para el piano y los poetas compongan
para las señoras. Dejémosles, pues, divertirse…
Pero se trata de juguetes (incluso si son fabricados con talento) y no
de un asunto serio.
Una de las principales acusaciones que nos hacen es no ser accesibles
a las masas.
Admitiendo siquiera que algunos de nuestros trabajos sean difíciles
de comprender, ¿debe deducirse de esto que ya no debemos hacer
el menor trabajo serio, la menor investigación?
Si las masas necesitan fáciles folletos de agitación, ¿debe
deducirse de esto que no tienen nada que hacer con los artículos
serios de Engels y Lenin? Quizá tengan hoy entre ustedes a un Lenin
del cinematógrafo ruso y no le dejan trabajar bajo pretexto de
que los productos de su actividad son nuevos e incomprensibles…
Pero las cosas no han llegado a ese punto en lo que respecta a nuestros
trabajos. De hecho, no hicimos nada que sea más inaccesible a las
masas que cualquier cine-drama. Por el contrario, estableciendo un lazo
visual bien preciso entre los temas, disminuimos considerablemente la
importancia de los intertítulos y al mismo tiempo acercamos a la
pantalla de cine a espectadores poco instruidos, lo que es de una importancia
particular en este mundo.
Y como para tomar a la chacota a sus nodrizas literarias, hete aquí
que obreros y campesinos se muestran más inteligentes que sus amas
de leche poco calificadas…
Así nos enfrentamos con dos puntos de vista extremos.
El primero es el de los kinoks que se fijaron como objetivo la organización
de la vida real.
El otro es la orientación hacia el drama artístico de agitación
con sensaciones fuertes o aventuras.
Todos los capitales estatales y privados, todos los medios técnicos
y materiales hoy son arrojados equivocadamente en el segundo plato de
la balanza, en el platillo “artístico-propagandístico”.
Por lo que a nosotros se refiere, como antes, nos entregamos a la labor
con las manos desnudas y esperamos con confianza que llegue nuestro turno
de apoderarnos de la producción y lograr la victoria.
por
Dziga Vertov
(Estenograma abreviado de la intervención de D. Vertov en un debate
en la ARRK 11 el 26 de setiembre de 1923.)
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