VIRNA Y ERNESTO / CINE

JORIS IVENS– ENTREVISTAS DE 1978 Y 1985
Joris Ivens, el autor de ‘Tierra de España’, defiende en Madrid su teoría del artista militante
Por GABRIELA CAÑAS - Madrid - 08/02/1985

Joris Ivens asegura que no tiene vocación periodística, que el cine documental en el que él está especializado no busca el dato específico sino la verdad profunda. Ivens, un “artista militante”, como él mismo se califica, ha recogido con la cámara los conflictos y realidades del siglo XX que le ha tocado vivir. Entre otros, la guerra civil española, mostrada en su filme Tierra de España, de 1937. Según este realizador holandés de 86 años, la verdad profunda que ha descubierto a través de sus trabajos es que “cada pueblo que se respeta quiere la independencia”. Piensa que, a pesar de todo, “siempre hay en el hombre una búsqueda de la justicia, de la defensa de los derechos humanos”.

Ivens llegó a Madrid el miércoles para estar presente en el homenaje que la Filmoteca le está dedicando. Desde 1937 no había vuelto a visitar esta ciudad, en la que ahora “se respira seguridad”, en contraposición a aquellos tempestuosos días que aquí vivió entre bombardeos. En mayo pasado no pudo venir a España a recibir la Medalla de Oro de las Bellas Artes porque estaba rodando una película en China. Ahora ha podido volver, antes de viajar de nuevo a China, país que le fascina, y que le interesa especialmente porque ha sabido “mantener su civilización y avanzar para abandonar su pertenencia al Tercer Mundo”.Al cineasta le gusta hablar de su película Tierra de España. De los conflictos que él ha querido plasmar en el celuloide -el último ha sido el de la guerra de Vietnam-, la guerra civil española le ha dejado una profunda impresión “porque fue la primera vez que asistía a una guerra”. “Yo no soy un buscador de guerras”, añade. “No me gustan las guerras, pero me ha tocado vivir en el siglo XX, y no se han terminado. La de España fue entonces muy importante porque significaba un aviso del avance del fascismo en todo el mundo”.

Explica Ivens que en 1937, cuando él vino a España, como muchos intelectuales, escritores y periodistas, no existía la televisión, lo que le daba a su película una importancia extraordinaria. “Quizá le resulte dificil a los jóvenes de hoy comprender que yo no vine aquí a hacer una buena película, sino a dar testimonio de lo que estaba pasando”. Y añade: “Nosotros estábamos a 200 metros del frente de la Universitaria, de los bombardeos. También rodamos en el Jarama, y ahí se ven soldados italianos, por ejemplo. Era importante entonces que el mundo se diera cuenta de que la guerra española no era un conflicto entre Franco y unos cuantos comunistas. Mi película mostraba por primera vez que la dimensión era mucho mayor, que incluso había soldados extranjeros luchando contra el pueblo español”.
Aquella aventura española la encuadra Joris Ivens dentro del movimiento antifascista mundial. Ernest Hemingway, que había llegado a España tres meses antes que él y que “conocía mejor la situación”, escribió los textos de su película. Dice Ivens que aquí conoció también por aquel entonces a los que luchaban contra los militares, como Rafael Alberti. Su reencuentro, “fantástico”, con el poeta gaditano se produjo el pasado año en el festival de cine de Venecia. Ambos eran miembros del jurado.

Tierra de España se proyectó en el mundo entero, excepto en países como Alemania, donde la película estuvo prohibida. Como el propio Ivens dentro de nuestras fronteras. Aquellos tres primeros meses de 1937 en España y la posterior repercusión de su trabajo le valieron a Ivens el veto de las autoridades franquistas.

Lo que más le ilusionaba a Joris Ivens una vez que aterrizó en el aeropuerto de Barajas procedente de París, donde reside, era visitar el pueblo de Fuentidueña de Tajo, pueblo que recuerda con cariño y que hoy vuelve a visitar después de 48 años por “motivos sentimentales”: “A Fuentidueña no había llegado el frente, y allí vivían tranquilos campesinos que enviaban ayuda, comida fundamentalmente, a los soldados. Me gustaría ver cómo está ahora, hablar con alguien que haya vivido también aquellos años”.
Joris Ivens padece asma, pero tiene a sus 86 años una envidiable vitalidad. Su fascinación por China, país del que filmó un documental de 12 horas, le hace volver a aquel lugar después de su visita a España. Quiere hacer una película sobre la civilización china en la que “voy a utilizar como medio visual el viento; es un documental poético”.

Comparable a la poesía


La poesía parece ser la espina dorsal de su trabajo de documentación. Para Ivens, el cine de ficción es “útil para desarrollar el arte cinenitográfico en torno a la intimidad personal o las relaciones humanas”. Para el cine documental, en cambio, es dificil desarrollar este tipo de situaciones porque trabaja con otros factores. Y concluye: “El cine de ficción es como la novela, mientras que el cine documental, al menos el que yo hago, es comparable a la poesía”.No fue la edad la que le impi dió a Joris Ivens venir a España en el mes de mayo. Tampoco es culpa de la edad que desde 1967 no haya vuelto a los campos de batalla. “En Centroamérica hay ahora muchos cineastas holandeses que están haciendo un buen trabajo”. Nunca se ha sentido Ivens tentado por el vídeo, excepto “para jugar”, porque piensa que es el medio del futuro, pero debe cambiar, perfeccionarse. “Las buenas películas”, dice, “siguen haciéndose en celuloide”.

La Filmoteca Española proyectó ayer en el Palacio de Exposiciones madrileño las películas de Ivens Tierra de España y A Valparaíso, filme sobre la vida dura y cotidiana de América Latina. Hoy, Joris Ivens visitará Fuentidueña, hablará en conferencia de prensa sobre su obra y asistirá junto con el público a la proyección de otro de sus documentales, Paralelo 17, la crónica que junto con su compañera Marceline Loridan filmó en 1967 sobre la guerra de Vietnam.

Por GABRIELA CAÑAS - Madrid - 08/02/1985


Joris Ivens – Entrevista 1978 – Sobre “Tierra de España”
Joris Ivens: “Mi trabajo ha sido hacer un film de la verdad”
Autor de “Tierra de España”, película rodada en los frentes de la guerra civil española

Por Fernando Granda,
24/03/1978.

Tierra de España, película rodada en 1937, durante la guerra civil española, con imágenes totalmente reales y prohibida en nuestro país durante cuarenta años, va a ser proyectada próximamente en nuestras salas. Su autor, Joris Ivens, un holandés que con su cámara ha recorrido el mundo para filmar la lucha de los pueblos en busca de su libertad, recibió un homenaje en la Semana de Cine de Autor de Benalmádena. Fernando Granda se entrevistó con Joris Ivens durante su última visita a España.

Pregunta. Se le acaba de rendir un homenaje en Benalmádena; la película ha tenido un rotundo éxito. ¿Qué significado tiene para usted todo esto?Respuesta. Significa para mí que tenía razón al demostrar confianza en el pueblo español; una satisfacción que he visto compartida por los 2.000 espectadores -la mayoría entre los dieciocho y los veinte años- que asistieron a esta primera proyección después de cuarenta años. Mi trabajo ha sido hacer un filme de la verdad. Durante la proyección me he dado cuentá que la película ha tocado el corazón de los jóvenes. Me parece muy interesante porque es la historia de sus padres y de sus abuelos. Este puente me parece, precisamente, muy interesante. Y mi satisfacción es tanto desde el punto de vista político como artístico, porque he intentado reflejar la verdad, para mí el aspecto principal. Porque España en la segunda mitad de los años treinta fue el motor de desarrollo de los movimientos antifascistas del mundo entero.

P. Háblenos de la película, su financiación, sus problemas, su desarrollo.

R. La película no surgió solamente por el hecho de la guerra de España. Yo pertenecía a un movimiento antifascista y al sobrevenir la contienda me vine. Hay que tener en cuenta que esto ocurre antes de la expansión hitleriana.

Todos los demócratas entendieron que este pueblo había acudido a unas elecciones democráticas. La llegada de Franco con apoyo de Alemania e Italia movió a los antifascistas de todo el mundo. Se vio en aquel momento cómo el pueblo español tomaba las armas en defensa de la democracia y eso me hizo venir a España y demostrar lo que pasaba.

En Nueva York se creó una sociedad para realizar la película, la Contemporary Historians Inc. Hemingway, Dos Passos, Frederic March, Archibald McLeish y algunos otros firmaron un contrato para financiar el presupuesto (cámara, película, viajes, etcétera). Se pretendía hacer un filme con gente real, no con actores. No lo veíamos como un montaje para obtener un lucro.

Después de lograr la aceptación de John Ferno como operador, nos trasladamos a París, donde tuvimos dificultades diplomáticas para encontrar pasajes para España. Gracias a Luis Buñuel, que era una especie de relaciones públicas y artísticas y comodín de la embajada, pudimos arreglar las cosas y volar hasta Valencia. Una vez allí nos dimos cuenta que el único modo de reflejar la verdad era ir al frente. En Nueva York había hecho un guión, pero al llegar a España vi que la gente luchaba por su vida, que no era un acontecimiento romántico y decidí romperlo. En el viaje hacia el frente, al oír los disparos, me di cuenta de que por primera vez llegaba a una guerra.

Prácticamente rodamos todos los planos en Madrid y los alrededores del Jarama, principalmente en Fuentidueñas. Podíamos haber rodado en Barcelona, pero en aquel momento estimamos que Madrid era el punto clave. Aquí establecimos contacto con el Ejército republicano, con las Brigadas Internacionales, con el Partido Comunista, etcétera.

En cuanto a la financiación, nuestro presupuesto era muy pequeño. Habíamos conseguide; en una primera entrega, 2.000 dólares de aquellos tiempos, para cámara, película, viajes, etcétera. Luego conseguiríamos cifras superiores. Al final sobró dinero, pero el productor, que era un buen administrador, intentó devolverlo y los donantes no lo aceptaron. Entonces el sobrante pasó a incrementar la recaudación para las ambulancias, que era el objetivo último de la película: mostrar la verdad, para contrarrestar la propaganda fascista y recaudar fondos para enviar material sanitario a los combatientes, su máxima necesidad.

En Fuentidueñas, un pueblo agrícola de la retaguardia, en el camino de Valencia a Madrid, desde donde se abastecía a los frentes cercanos y a Madrid, me extrañaron cosas como que el cura cobraba todos los oficios en una especie de unión entre la religión y las finanzas; vi que terrenos fértiles sólo eran utilizados por los ricos para cazar. En el frente conocí la escasez de armas y la falta de apoyo internacional. Me impresionó la militancia del pueblo de Madrid. Todas estas cosas, para un cineasta, le sirven para hacer un filme poético.

P. Hemingway y los intelectuales americanos que contribuyeron a la realización de la película son figuras contradictorias y polémicas por sus actuaciones posteriores…

R. Hemingway no vino a España como antifascista. Vino por su sentimiento burgués por la justicia. Y como corresponsal venía a «contar la verdad». Después de dos semanas cerca del frente se dio cuenta de la militancia del pueblo y fue cambiando el sentido de sus artículos y apoyaba la razón de ese pueblo. El ardor demostrado por el Batallón Lincoln y la militancia voluntaria del doctor alemán Hulbron, contribuyeron mucho en ese cambio de impresión. En aquellos momentos había empezado a escribir su novelaTener o no tener y me dijo que no seguía porque lo que estaba viendo le impedía continuar.

Hemingway, como periodista, habló más con las gentes que yo. Y sus reportajes ayudaron mucho al Ejército republicano. Más tarde, aportó su comentario a la película, la presentó en Nortearnérica…

En 1938 yo me fui a China, donde se libraba la lucha del pueblo chino contra la invasión imperialista japonesa. El volvió a España y no sé las experiencias que tuvo en esa segunda etapa aquí. Más tarde se fue también a China, aunque estuvo en diferentes frentes que yo. Luego la guerra mundial puede que le haya hecho cambiar de idea, porque aquí en España estaba convencido. Yo no lo critico. Si volvió a la España de Franco es que tendría otros intereses, para mí muy respetables, como pudieran ser los toros. Fue muy valiente y estaba muy contento al ir a los frentes. En la versión española de la película espero que lo puedan ver todos en sus comentarios.

P. Sin embargo, usted no ha vuelto durante la era franquista. El, sí.

R. No venía a España porque sabía que Franco lo capitalizaría como hizo con él. Pero he seguido luchando contra la dictadura en estos años, sobre todo cuando los fusilamientos. Y la película no ha estado dormida. Fue proyectada muchas veces en Europa y América ha servido de testimonio.

P. Después de la guerra civil española usted ha estado en muchos campos de batalla. ¿Cuál ha sido el momento más interesante a lo largo de su trabajo en la lucha. por la libertad?

R. Cada vez que cojo mi equipo y mi cámara doy el ciento por ciento de mi capacidad. No hay momentos importantes en esta lucha (Vietnam, Cuba, Malí, Indonesia, etcétera). La intensidad de la lucha del pueblo por la libertad es siempre la misma y cuando trabajo pongo toda mi capacidad artística e intelectual para hacerlo lo mejor posible. La responsabilidad artística y militante es la misma para un pueblo grande -China, por ejemplo- que para un pequeño barrio. Naturalmente, me he jugado la vida en España, en la China del 38, en Vietnam, pero no es mi vida lo importante, sino la vida del pueblo que arriesga su existencia y eso es muy grande. La responsabilidad como artista en casos como el de aquí o Vietnam es mayor porque el testimonio de las imágenes alcanza más relieve. Y cuando se actúa como jefe de un grupo se tiene también gran responsabilidad por la vida de los companeros, como me ocurrió en el frente del Jarama.

P. Usted ha visitado la República Popular China en numerosas ocasiones. Ha recorrido el país y convivido con sus habitantes largo tiempo. Con su inseparable compañera Marceline Loridan ha filmado la vida cotidiana china en un grupo de documentales que, unidos, duran doce horas.

R. Hace largo tiempo que mantengo lazos con los revolucionarios chinos. He estado allí en varias ocasiones desde la guerra contra la invasión fascista japonesa y he vuelto después de la Revolución Cultural. Creo que no se puede hablar con triunfalismo, de haber logrado ya un objetivo. Es una lucha dura y larga que lleva un buen camino.

P. Ha estado también en Cuba. ¿Puede compararnos las situaciones de China y de Cuba?

R. La revolución cubana es totalmente diferente. No se pueden comparar. Ahora bien, sí puede señalar que en Cuba he visto un entusiasmo activo revolucionario como no he encontrado en ninguna otra parte. Y he visto muchas luchas revolucionarias y soy un comunista convencido. Claro está, todo, después de la revolución rusa, que aunque era yo muy Joven en ese tiempo, pára mí sigue siendo la máxima revolución. Pero a la cubana hay que admirarla porque por su cercanía a Norteamérica era muy difícil.

Por Fernando Granda, 24/03/1978.