VIRNA
Y ERNESTO / CINE
EL CINE PARTICIPA
DEL DESASOSIEGO GENERAL DE LA CULTURA
por
Glauber Rocha
Publicado
en Portal del cine y el audiovisual latinoamericano y caribeño
A propósito del cuarenta aniversario del
fundador festival de Viña del Mar, donde se consolidó el
movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, quisimos reeditar algunas de
las opiniones del cineasta brasileño Glauber Rocha sobre su concepto
del cine de vanguardia en Latinoamérica:
“Su técnica (la del Cinema Novo) es imperfecta; su drama,
disonante; su rebelión poética; su sociología, imprecisa.
Su política es agresiva e insegura, como lo son los frentes políticos
brasileños: tristes, violentos, de hecho más tristes que
violentos, como nuestro carnaval. Para nosotros, novedad no significa
perfección, porque la noción de perfección es un
concepto heredado de las culturas colonizantes. Determinan por sí
mismas un concepto de perfección en los intereses de un ideal político.
El verdadero arte moderno —ética y estéticamente revolucionario—
usa el lenguaje para oponerse al lenguaje dominante. Si el complejo de
culpa de los artistas burgueses los lleva a oponerse a su propio mundo,
en nombre de esa conciencia que el pueblo necesita pero no posee, la única
salida es oponerse mediante la agresividad impura del arte, o las hipocresías
morales y estéticas que conducen a la alienación. (…)”
“Un país subdesarrollado no tiene necesariamente un arte
subdesarrollado. Creer que el arte que puede cambiar verdaderamente las
cosas es a un tiempo ingenuo y reaccionario: el Cinema Novo, que participa
del desasosiego general de la cultura brasileña, rechazó
el populismo y redujo así las posibilidades de manipulación
del público a éste. ¿Es la esfinge capaz de elegir
su propio camino? Mientras todos hablan de comunicación, el Cinema
Novo se preocupa más por la creación. ¿Son cine y
creación reconciliables? La mayor parte de los observadores responden
que el cine es un arte de comunicación y nada más. Para
estos observadores, creación se opone a comunicación. Los
apóstoles de la comunicación nunca pueden disponerse a preguntar:
en cuántos niveles se produce la comunicación y, sobre todo,
si es comunicación verdadera. (…)
“Como Lumiere, el Cinema Novo comienza en cada film de la nada.
Cuando los cineastas se deciden a repensar los orígenes, a crear
un cine con nuevos argumentos, —como interpretación, incluso
como poesía- se ven envueltos en la peligrosa aventura revolucionaria
de aprender mientras trabajan, de colocar la teoría junto a la
práctica, de reformular la teoría después de cada
experiencia práctica. Actúan, de hecho, del modo en que
Nelson Pereira dos Santos describe, citando a algún poeta portugués:
“No sé a dónde voy, pero sé que no es ahí”.
“Los que antes me han llamado genio, ahora me llaman imbécil.
Devuelvo la genialidad y la imbecilidad. Soy un intelectual subdesarrollado
como sus señorías, pero frente al cine y la vida tengo al
menos el valor de proclamar mi perplejidad. El cine no me interesa de
la manera que les interesa a ustedes. El cine es para mí un medio,
incluso para mi suicidio, pero también podría ser una pistola.
Yo tengo el valor de apretar el gatillo, ustedes no tienen siquiera la
humildad de analizar un film nuevo que no respeta las ideas tradicionales
de los maestros del cine, que han formado su tranquilo aprendizaje. De
hoy en adelante los dispenso de su opinión sobre mis filmes pasados
y futuros. Con la seguridad de quien afronta sus propios riesgos hacia
un camino que no es ni el del servilismo, ni el de la impotencia, ni el
de la contemplación, les contesto con una frase de mi amigo y maestro
Heitor Villalobos: “Mis obras son cartas a la posteridad, de las
que no espero respuesta”. “Terra em transe” no es genial
porque no es de ninguno de aquellos cineastas que les gustaría
encontrar para hacer sus indagaciones y sus morbosos análisis.
“Terra em transe” soy yo, Glauber Rocha, de 28 años,
brasileño, probablemente víctima de algunas enfermedades
físicas y mentales contraídas de nuestra fauna y flora.
Entre la gloria de “Deus e o diabo na terra do sol” y el fracaso
de “Terra em trase” , quien queda soy yo: no hago filmes,
estoy construyendo una obra. La historia sin comienzo ni final, llena
de sonido y de furia y que no significa absolutamente nada, tiene más
significación que sus teorías generadas en la vejez de sus
mitos infantiles. No ha sido necesario que ciertos críticos internacionales,
en Cannes, dieran un premio a “Terra em transe” para que yo
tuviera certeza acerca de la originalidad y la significación de
este film. No profeso respeto alguno por la cultura europea y, al mismo
tiempo, considero que nuestra cultura comienza desde cero. Comienza de
la historia generada por el hambre.
“El cine del Tercer Mundo, en la medida que es colonizado filosóficamente
por la mala asimilación del marxismo, es colonizado lingüísticamente
por las superestructuras estéticas. La influencia del estilo de
fotografía, montaje y dirección de los actores del cine
latinoamericano revela constantemente sumisión a los métodos
de la Nouvelle Vague, del Neorrealismo y menos del cine americano, debido
a las imposibilidades económicas de imitarlo. Un cine no puede
ser descolonizador si usa el lenguaje colonizador: zooms, estilo de montaje
fragmentado de efectos visuales, cámara en mano, montaje de textos
escritos, uso literario y sonoro que se limita a las viejas prácticas
de Resnais y Chris Marker (del documental) y prácticas de Truffaut,
Godard (con las diferencias que cada estilo presenta), vinculación
humanista al Neorrealismo o en la consideración de cineastas recolonizados
por los americanos, Gavras, Petri, Rosi. El salto de cualidad de la estética
imperialista se concreta en la medida en que la sofisticación de
Hollywood sabe por ejemplo que es “moderno” hacer películas
con Bertolucci, considerado el mejor director del mundo en el momento.
“Para el cine revolucionario no existen fronteras culturales o ideológicas.
Desde que el cine es un método y una expresión internacional
y desde que este método y esta expresión están dominados
por el cine americano asociado a los grandes productores nacionales, la
lucha de los verdaderos cineastas independientes es internacional. Los
cineastas independientes se deben organizar en una lucha común.
No existe poder cultural sin poder económico y político.
La finalidad de los cineastas independientes debe ser la de conquistar
el poder de la producción y de la distribución en todos
los países. (…) Los cineastas independientes deben producir
películas que provoquen en el público un choque capaz de
transformar su educación moral y estética realizada por
el film americano. Esta revolución no es obra de un film, sino
de toda una producción internacional permanentemente revolucionaria.
Por eso, los grupos nacionales organizados deben relacionarse internacionalmente
para facilitar la coproducción y la distribución. Esta organización
internacional debe tener funciones con responsabilidad y sacrificio. Para
ello es necesario que la crítica también actúe sobre
los cineastas y sobre ella misma, transformando los conceptos académicos
y mitológicos del cine, casi todos fundados sobre la eficacia colonizadora
del cine americano. La lucha debe ser estética, económica
y política.
“Es necesario que el concepto de productor capitalista sea transformado
por el concepto de productor-creador, o sea, un profesional especializado
en organizar la producción de una película en términos
de participación igual a la de los demás técnicos
y artistas especializados. Así, el contacto entre el producto/film
y el exhibidor, debe ser directo. Las organizaciones de distribución
deben ser controladas y puestas al servicio de los nuevos productores.”
por
Glauber Rocha
Publicado
en Portal del cine y el audiovisual latinoamericano y caribeño
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