VIRNA
Y ERNESTO / CINE
CONSTRUCCION
DE UN “ENEMIGO”
NAZION, DE ERNESTO ARDITO.
PROTAGONIZADO POR LEOPOLDO NACHT.
CON LAS VOCES DE CRISTINA BANEGAS Y TONY VILAS.
El realizador
se propuso investigar el modo en que los discursos nacionalistas de décadas
atrás siguen marcando conductas al día de hoy: “Son
como llaves que permiten que, de alguna manera, la sociedad civil se vea
influida”.
Por
Diego Braude - Publicado en diario Pagina 12, el 18 de Mayo
de 2011.
La identidad
y la memoria, como los prejuicios, los racismos, los odios, no son algo
que nacen, por combustión espontánea, sino que se construyen
y son dinámicas a lo largo del tiempo. Durante los ’90 en
el colegio secundario –muestra de que el intento por borrar la memoria
también es un proceso–, lo inusual era que la materia Historia
no terminara en la década del ’40; al finalizar la Década
Infame no había más nada. En 2011, frases como “algo
habrán hecho”, “no te metas”, “mejor no
hablar de política” son resabios de la última dictadura
militar que todavía marcan las prácticas cotidianas de la
gente. No recordar (o considerar que revisar el pasado es algo negativo)
permite que se permanezca en un mismo estado de cosas, inmóviles,
pensando que no hay nada más natural que ese presente.
El cronista presiona play y el film comienza. Nazión, la película
que se preeestrena hoy a las 20 de Junio en el cine Gaumont Incaa Km 0,
con Ernesto Ardito (Raymundo, 2002; Corazón de fábrica,
2008) en la dirección, la investigación y el guión;
y Leopoldo Nacht oficiando delante de cámara una suerte de detective
de la historia. Tras la exhibición de esta noche, el film se verá
en julio en el Centro Cultural de la Cooperación. Mientras corren
los créditos, pasan imágenes escolares con el himno a Sarmiento
de fondo: “Por ver grande a la Patria tú luchaste con la
espada, con la pluma y la palabra…”. En un aula, un alumno
lee palabras escritas en 1844 por el padre de la educación pública
acerca de “los salvajes”: “Incapaces de progreso. Su
exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe
exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el
odio instintivo al hombre civilizado”.
Leopoldo Nacht es químico y fue en su momento integrante de Cine
de la Base, grupo realizador de cine político y militante con Raymundo
Gleyzer a la cabeza. “Raymundo desapareció un viernes”,
recuerda Nacht. “El sábado, Juana, su mujer, me llama y me
dice que Raymundo no llega. ‘Andate’, me dijo, y cortó;
así partí al exilio. Nueve años en México.
Cuando volví acá, quise producir En la Semana Trágica,
el libro de David Viñas… pero el proyecto se cayó.”
En los ’90 Nacht empezó a evaluar nuevamente qué se
podía hacer, y fue cuando Fernando Peña (investigador, crítico,
docente, coleccionista preocupado por la preservación del patrimonio
audiovisual, programador de ciclos, ex director del Bafici) le entregó
un material filmado del golpe a Yrigoyen de 1930. A partir de ahí,
la idea comenzó a rumbear en otras direcciones.
Después de varias idas y vueltas, Nacht terminó encontrándose
con Ardito, que recuerda que “en principio, lo que andaba dando
vueltas era un proyecto sobre el golpe del ’30. Nazión es
otra película. Leyendo los libros que me traía Leopoldo,
como Nacionalismo y Antisemitismo, de Daniel Lvovich, empecé a
ver que todo estaba atravesado por una corriente ideológica, que
uno siempre asocia con la oligarquía y los sectores conservadores
en general; había una base ideológica –apoyada en
conceptos que se fueron desarrollando con el tiempo–, que es el
nacionalismo católico”. En la película se entrelazan
imágenes de la inmigración, de anarquistas, de Miguel Cané
(el mismo de Juvenilia) y su Ley de Residencia, de la Semana Trágica,
de la Liga Patriótica (de sus hombres y sus mujeres)…
En la década del ’20, Lugones promovía “una
enérgica adhesión a las instituciones militares. No hay
decoro, ni esperanza, sino en las espadas argentinas”, decía,
mientras se refería al “repulsivo frío” que
le generaban “la urna y el comité”. “Se genera
este dilema”, dice Ardito y elabora: “Con personajes de este
tipo, cuando se destacan muchísimo por su obra y, a la vez, su
posición política fomenta incluso hasta crímenes
de lesa humanidad, uno dice ‘bueno, ¿qué lugar ocupa
esta persona en la sociedad?, ¿hasta dónde su posición
política puede influir a partir de la percepción de su obra
artística?’.”
Si bien la película aparece como una afirmación basada en
los materiales expuestos, en las voces escuchadas, en los discursos citados,
lo que prima es la intención de estimular el debate; mostrar no
para sentenciar, sino para discutir. Ardito sueña con poder hacer
que el documental se convierta en un género popular, pero sabe
que, por ahora, “el circuito tradicional no quiere la película,
así que nuestra idea era hacer una función inaugural, en
el cine Gaumont, para mil personas y hacer como un acto político
de la misma función, invitar a las organizaciones sociales, a las
organizaciones de derechos humanos, para que conozcan la película
y se lleven copias para difundirla en otros lados. La apuesta nuestra
es que no esté en una sola sala, sino que esté en muchos
lugares y donde se pueda debatir. Para eso, se tiene que poder difundir
y, para eso, las organizaciones cumplen un rol fundamental”.
En 1973, previo a las elecciones de ese año, Nacht y Gleyzer se
escabulleron para filmar el lanzamiento del partido de derecha Nueva Fuerza,
que contó con la presencia de personalidades como Jorge Luis Borges
o el almirante Isaac Rojas, uno de los protagonistas de la llamada Revolución
Libertadora que volteó al gobierno de Juan Domingo Perón
en 1955, previo bombardeo por aviones de la Aviación Naval a la
Plaza de Mayo tres meses antes, donde murieron más de 300 personas.
El material estaba en manos de la hermana de Gleyzer, pero no estaba rotulado
y sólo cuando Nacht contó la anécdota y luego de
chequear otros datos, Ardito pudo confirmar lo que registraban esas imágenes.
“Está bueno trabajar con todas las fuentes originales”,
comenta Ardito. “Primero, fue una revelación total cuando,
revisando en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional aparecieron estos
diarios nazis, como Bandera Argentina o Crisol. Después, me encontré
con el audio de Leonardo Castellani, que era uno de los principales propagandistas,
que en las homilías bajaba toda esta línea.” Ironía
cruel, el sacerdote Castellani, a quien en la película se lo escucha
proclamar que hay que defender “el orden natural” por la fuerza,
habría sido uno de los últimos en ver con vida al amigo
de Nacht, a Raymundo, en el centro de detención, tortura y exterminio
conocido como El Vesubio. “Estos conceptos -dice Ardito- generan
la idea de un enemigo virtual en un Otro al que hay que combatir, y que
va justificando que te vayan generando estos golpes: el golpe del ’76
contra el marxismo, en la época de la Segunda Guerra Mundial los
judíos querían dominar el mundo. Son como llaves que permiten
que, de alguna manera, la sociedad civil se vea influida, tome ese discurso,
genere ese enemigo al que hay que combatir y se posicione junto al que
está combatiendo al Otro, que es la amenaza que viene, y eso es
lo más peligroso y por eso la película. Sabemos que, si
bien puede ser que no venga un golpe militar, puede ser de otro modo.”
Por Diego Braude
Publicado en diario Pagina 12.
18 de Mayo de 2011
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