VIRNA Y ERNESTO / CINE

CARTA DESDE VALPARAISO

por Rodrigo Acuña


El arte y el tiempo

¿Quiénes son mis contemporáneos? -se pregunta Juan
Gelman.
Juan dice que a veces se cruza con hombres que huelen
a miedo, en Buenos Aires, Paris o donde sea, y siente
que esos hombres no son sus contemporáneos. Pero
hay un chino que hace miles de años escribió un poema,
acerca de un pastor de cabras que está lejísimo de la
mujer amada y sin embargo puede escuchar, en medio
de la noche, en medio de la nieve, el rumor del peine en
su pelo: y leyendo ese remoto poema, Juan comprueba
que sí, que ellos sí, que ese poeta, ese pastor y esa mujer
son sus contemporáneos.
-Eduardo Galeano, de “El libro de los abrazos”-


Querido Ernesto:

Me permitirás que te llame de esa manera tan cercana a pesar de conocernos tan poco pero es lo menos que puedo hacer o sentir después de haber visto “Raymundo” y uno no puede sino emocionarse y querer que la ternura prime de una buena vez y toda esa mierda militar y represiva no haya ocurrido nunca, que no esté ocurriendo de alguna manera ahora. Pero no es así, aunque cuesta imaginar a Raymundo muerto o desaparecido después de tu película donde a pesar de todo está tan vivo.

Es raro terminar de ver una película como esta, raro porque se mezclan todas las sensaciones: rabia, tristeza, mucho horror, por la forma cómo termina una vida por la fuerza; pero también la esperanza, la fe, la alegría porque hayan existido y se salven del olvido vidas y obras como la de Gleyzer.

La película tiene en este sentido, esta doble y paradójica lectura: por un lado la tragedia, la infinita tristeza ante la suerte macabra corrida por un hombre y sufrida hasta hoy por todos quienes lo conocieron e incluso por un chileno que viene a conocerle 32 años después de su desaparición física a través de tu trabajo. Porque aunque haya ocupado una pequeña parte del film la desaparición de Raymundo uno no puede dejar de impactarse por los testimonios de los amigos, su familia, la voz de su hijo Diego pidiéndole un nuevo cuento, lo que en un momento no pudo ocurrir nunca más.

Sin embargo hay alegría, muchos sentimientos positivos que provoca el film, necesarios por el futuro que siempre debe apuntar hacia donde quería Raymundo, y todo lo que hagamos debe cargar con ese sentido, porque Raymundo vivió (y murió) por trabajos como el tuyo; y él ( a que poco le importaba morir) sí estaba más preocupado, incluso sin tener cómo saberlo, de que una pareja de compatriotas podría emprender el mismo camino tomado por él y Juanita casi 40 años antes.

Las coincidencias o más bien las similitudes son muchas en todos los sentidos, aunque es mejor no hablar de coincidencias en todo esto, no existe la casualidad cuando se habla de procesos y una historia vivida, sufrida y compartida por muchos pueblos de Latinoamérica, eso queda muy claro en la película. No existen casualidades sino causalidades, no existen coincidencias y si consecuencias y que pueden llegar a ser sorprendentes si se quiere, como que (a propósito de “Corazón de fábrica”) aquí se filmara también una película, en 1973, “La batalla de Chile” y que mostró cómo los trabajadores de las mineras estatizadas tuvieron que agarrar la manija y diseñar y fabricar ellos mismos los repuestos para las piezas de las máquinas abandonadas tras la expropiación por los extranjeros, quienes se llevaron hasta los planos de los repuestos; o lo mismo que hizo Raymundo con la única cámara que tenían y que le destrozó por accidente el “Negro” Ríos durante la filmación de “México, la revolución congelada”, en medio de un páramo allá en Centroamérica….pero ustedes deben conocer esa historia mejor que yo.

Sabes también que el brillante Director de Fotografía de esa obra, Jorge Müller, fue desaparecido posteriormente por los militares en 1974, un día después del estreno del que sería su último trabajo para una película cumbre del cine chileno, “A la sombra del sol”. A diferencia de Juanita, su compañera Carmen Bueno, también cineasta, corrió con él la misma suerte.

Tu película se apoya en Raymundo para contar de toda una generación, de todo un país y hasta de todo un continente. Es muy interesante esa posibilidad del Documental, la de mostrar con mucha libertad el contexto en el que ocurren las cosas, da espacio para poder contar sobre un un montón de cosas más (Las imágenes del Festival de Cine de Viña del Mar del año 67 por ejemplo, aun cuando Raymundo no haya venido, fue muy lindo eso). En este sentido, hay dos elementos que me llaman poderosamente la atención en tu obra y que lo son casi todo: la investigación periodística y el montaje, hermano, hay mucha maestría ahí.

Raymundo habla por muchas generaciones a fin de cuentas, de cineastas o no y del destino que marcó a cada uno de ellos. Vuelta a las similitudes, hace dos años se estrenó aquí “La ciudad de los fotógrafos”, retrato de las andanzas de los reporteros gráficos chilenos durante la dictadura, hombres cargando con cámaras como armas, como le hubiera gustado a Raymundo, como no le gustaba a los militares, porque también esa generación tuvo sus caídos, y quizás debas conocer el caso de Rodrigo Rojas Denegri, secuestrado por una patrulla militar y quemado vivo en una calle de Santiago el año 86, tres meses después de haber llegado a conocer Chile porque sus pares habían sido exiliados. Tenía apenas 19 años.

No sé Ernesto, te escribo de estas cosas y es como volver hacia algunas de las imágenes de tu película, inevitable también volver a tanta injusticia contra tantos como Raymundo, Conti, Urondo, Gelman y el hijo que le desaparecieron por no poder tenerlo a él, Rodolfo Walsh desaparecido exactamente un día después de denunciar a la Junta Militar en su famosa carta abierta, su hija muerta un años antes. Ustedes tienen sus ejemplos, nosotros los nuestros y el resto de Latinoamérica también, pero cada una de estas muertes será pura vida si somos capaces de hacer de nuestra obra una simple extensión de nuestra manera de vivir y de creer, como escuché alguna vez decir al gran Andrei Tarkovsky, quien también murió en el exilio porque el Gobierno Comunista ruso no le permitió críticas al Sistema en sus películas. Las similitudes Ernesto, las causalidades, las consecuencias, la maldita injusticia haciéndole desde siempre zancadillas a la historia y sus hombres.

Raymundo es un caso, una vida y ahora una película demasiado universales. Y hoy, sentado en mi casa aún con la vista pegada al televisor a pesar de que ya el disco dejó de girar hace rato, se me hace más claro esto de que es siempre urgente nunca echarnos a morir o entregarnos a la derrota de un mundo sin vuelta, a pesar de tanta evidencia en contra, tantos abismos, muertes y sobre todo tanta soledad.

Hoy 25 de septiembre, Raymundo estaría cumpliendo 67 años y seguramente los estaría celebrando con una colosal fiesta junto a sus amigos del Cine de la Base. Me intriga saber que estaría haciendo en estos tiempos con su cámara en mano, qué procesos andaría registrando, ¿Bolivia?,¿Chávez?, ¿el MST en Brasil?, ¿ZANON?, ¿Cómo hubiera reaccionado frente a una obra como “Corazón de Fábrica”? A veces me da por lanzar conjeturas de este tipo e imagino por ejemplo a Víctor Jara mezclando su música con la de cabros hiphoperos en poblaciones periféricas de Santiago; cosas como esas, si los milicos no le hubieran reventado los dedos, quebrado sus muñecas y metido 42 balazos en el cuerpo.

Me gusta imaginar también que algún día lo sabremos, de alguna u otra manera; que nos seguirán llegando señales de sus vidas y sus obras. Hay poblaciones periféricas aquí en Chile donde los hiphoperos ya han comenzado a mezclar su música con la de Víctor; y “Raymundo” es también en parte eso, una señal más de que la obra y el legado de Gleyzer están más vivos y son más necesarios que nunca, porque de eso se trata esta película creo, de vida, y por ningún motivo de muerte, a pesar del trágico final.

Hay caminos (trágicos o bellos, en la vida o en la muerte) que llevan a la gente a encontrarse inevitablemente, y ahí sabremos cuánto de todo esto se cumplió y cómo. Tarde o temprano nos vamos a encontrar todos los que nos merecemos y en este sentido fue muy bueno conocerte antes y una suerte además apreciar una inmensa obra como la tuya. Te agradezco enormemente eso, y por supuesto las copias, a ti y a Virna, que películas como “Raymundo” sirven para unir más a las personas y seguir creyendo, que a fin de cuentas siguen siendo lo más importante.

Un abrazo para vos y tu mujer, y decile que la esperamos por acá cuando viaje a los de Valdivia, que no se olvide.
Suerte ché !
Atte.
Rodrigo

pd: aquí te envío algunas postales de nuestro patiperreo por la ciudad..¿te acordás del cielo rarísismo de ese día ?