VIRNA
Y ERNESTO / CINE
PRODUCCION
DOCUMENTAL
por
Virna Molina
Nota: Las cifras y algunas resoluciones
citadas en este artículo están desactualizadas, ya que fue
escrito en Octubre 20008. Se reproduce por su valor conceptual.
Los
que formamos RDI nos consideramos Realizadores Integrales
porque no concebimos la producción cinematográfica como
un proceso separado de la realización del film. Lo consideramos
un acto único.
Este criterio realizativo – productivo nace con el cine documental
mismo, pero en los últimos años se ha tratado de imponer
una dinámica de producción al documental, importada del
esquema industrial del cine de ficción. Argentina, no escapa a
esta realidad.
El documental comenzó a ser un producto rentable para las empresas
productoras y se abrieron diversas instancias de financiamiento en el
mundo para la producción de estas obras. A la histórica
demanda de los circuitos universitarios (USA y Canadá) se le sumó
el interés de las cadenas de televisión para incorporar
este tipo de cine a la programación de sus canales.
Desde el punto de vista de las empresas que producen ese tipo de films,
el documental tiene costos mucho más bajos que la ficción,
la inversión es menos riesgosa y poseen una identidad muy fuerte
en sus contenidos, que los hace atractivos para públicos con realidades
distintas. Para Argentina después del 2001, la demanda aumentó,
en USA y Europa.
Existe actualmente un sector en crecimiento constituído por público
de todo el mundo, que consume este tipo de films. El documental brinda
una mirada más rigurosa y creativa al abordar un tema, que las
producciones de televisión y conserva algo que estas últimas
han perdido, la mirada del realizador, el punto de vista crítico
del artista que realiza el film, la independencia de su mirada.
En este sentido vale plantear que el documental no debe perder su norte:
ser una pieza de valor social, político y artístico, en
la carrera alocada por convertirse en una mercancía cada vez más
rentable. Y es necesario que los contratos para obtener financiamiento
no afecten la independencia de la mirada, o por lo menos ser conscientes
como realizadores que esto puede ocurrir.
La rentabilidad, desde el punto de vista capitalista, significa optimización
de los tiempos de producción, por lo tanto, reducción de
los tiempos destinados a la realización.
El proceso material de producción nos define como sujetos, determina
nuestra mirada, establece como recortamos esa realidad a retratar y nos
da elementos concretos, tangibles, para desarrollar el proceso creativo.
Si nosotros delegamos la planificación y el control de la producción
a un tercero (sea persona física o productora), ajeno al proceso
realizativo del film, un gestor cuyo objetivo final es realizar su trabajo
obteniendo la mayor rentabilidad y no entiende el objetivo social artístico
de la obra, vamos a dejar de participar en una parte fundamental del film.
Parte del proceso creativo nos va a ser vedado.
Como cada obra es única, no podemos hablar de formas de producción
preestablecidas. Con cada film diseñamos un esquema de producción
acorde a las necesidades del mismo, garantizando su factibilidad con la
mayor libertad artística.
Para ello establecemos prioridades, el proceso realizativo ante todo necesita
de un elemento indispensable, según nuestro punto de vista, el
tiempo.
Vale detenerse en este último punto, es necesario tomar conciencia
de dos elementos incompatibles entre sí: el tiempo y la ganancia.
A mayor tiempo de producción, menor ganancia. Por lo tanto para
obtener mayor ganancia inevitablemente es necesario reducir los tiempos
de producción. Existe otra relación, producto de las múltiples
experiencias documentales: a mayor desarrollo de la investigación
(más tiempo de producción) y más enriquecimiento
del proceso creativo – realizativo.
Para nosotros la obra nace cuando un grupo reducido de personas, nos integramos
a un proyecto desde la afinidad artística y humana, unidos por
la necesidad de contar una historia. Entonces el equipo de trabajo no
está vinculado por el mero interés de la supervivencia económica.
Se conforma por la necesidad de contar una historia y sobre ese eje plantea
la reglamentación del vínculo económico.
El desafío es planificar la producción para generar un círculo
sustentable que nos permita trabajar exclusivamente en nuestros documentales
y en áreas que nutran la práctica documental. Obtener esa
sustentabilidad implica una pelea permanente para no condicionar el contenido
y la forma de las obras.
Podemos pensar la producción de nuestros films de esta manera porque
concebimos al documental como un producto social y no como una mercancía
que busca alta rentabilidad en el mercado.
En la modalidad de la realización integral nos arriesgamos, invertimos
no sólo nuestro capital financiero y el equipamiento técnico
con el que contamos, sino también todo nuestro capital humano.
La prioridad es para nosotros el valor que el documental tiene para la
sociedad por sobre los réditos económicos que éste
pueda brindarnos.
Para sostener esta lógica productiva es necesario evitar los contratos
con las casas productoras, porque imponen otras prioridades y sostienen
una concepción de la producción distinta.
Es interesante no demonizar a la figura de la empresa productora. Simplemente
entender que su fin último no es la producción cinematográfica,
sino la producción de capital, entonces no podemos pretender que
ellas arriesguen lo que nosotros arriesgamos.
En este sentido nos vemos obligados a planificar y producir nuestras obras,
al mismo tiempo que desarrollamos distintos roles en áreas técnicas
del film.
Conocemos las herramientas con las que filmamos y post-producimos, por
esto elegimos la tecnología que utilizamos. No nos sentimos obligados
a trabajar con vanguardias tecnológicas, si éstas no contribuyen
positivamente al desarrollo del proyecto. Porque entendemos que las nuevas
tecnologías en video digital, deben servir para desarrollar la
multiplicación de miradas y estéticas, y no para establecer
una nueva carrera tecnológica que condicione desde los costos,
las realizaciones documentales presentes y futuras.
Actualmente el desarrollo tecnológico ha dejado obsoleto al soporte
fílmico en el área documental. Por su dinámica de
rodaje, post-producción y distribución el documental ha
sido vanguardia en la aceptación de las nuevas tecnologías
audiovisuales.
Siempre nos motivó un objetivo como realizadores: tener las herramientas
adecuadas para contar nuestras historias. No el concepto inverso, que
últimamente se impulsa desde algunos sectores de la producción:
tener las herramientas y los formatos requeridos según las necesidades
de las salas y cadenas de comercialización, si no las historias
no pueden ser contadas.
Este último criterio, impulsado por los laboratorios, y algunos
sectores de la producción industrial, ha logrado que en nuestra
ley de cine se considerepelícula nacional solamente a los films
exhibidos en soporte de 35 mm. Una incoherencia de esta índole
sólo puede ser comprendida bajo la lógica que los laboratorios,
al igual que las productoras, buscan unicamente el aumento del capital
propio y no el enriquecimiento del patrimonio cinematográfico de
nuestro país.
La independencia, una palabra tan usada y desvirtuada en la última
década pasada, implica capacitación. Adquisición
de conocimiento. Si no poseemos conocimiento, difícilmente tengamos
las herramientas necesarias para sostener la independencia. Podemos tener
financiamiento pero si no poseemos conocimiento, y cedemos la gestión
de diversas áreas a terceros ajenos a la concepción de la
obra, vamos a convertirnos en dependientes. Dependientes tanto de un productor
que gestione económicamente la obra, como de un equipo de técnicos
que desarrolle la tarea material del proceso productivo.
En la figura de Realizador Integral, entendemos, se fusiona la labor del
investigador riguroso que explora a través de un método
para poner a prueba su tesis, con la sensibilidad del artista capaz de
transmitir las verdades que se descubren ante su cámara, de una
manera crítica y emotiva para llegar espectador.
Es por ello que nos sorprende con extrañeza como un sector importante
del documental actual, ligado a ciertas Escuelas y Festivales de Cine
Documental del mundo, plantean una división entre el proceso de
Creación e Investigación. El proceso creativo está
arraigado en el proceso productivo material. Éste último
es el que estimula nuestros sentidos, activa nuestra capacidad de observación,
crítica y asociativa y se potencia con el desarrollo de la investigación.
¿Cómo va a ser nocivo para el proceso creativo que desarrolla
el realizador tener más herramientas para entender, captar y plasmar
en la película la realidad que lo atraviesa?
¿Por qué se ubica a la investigación en el extremo
opuesto a la creación?
¿Como se puede manejar los tiempos técnicos, los ritmos
cinematográficos, la estética de la imagen y el sonido,
si desconoce la realidad a registrar?
Es necesario conocer, profundizar la investigación, detenernos
en la observación para poder volcar en el film la frescura, la
espontaneidad deseada, captar ese instante único e irrepetible
que se descubre frente a nosotros y nos exige ser registrado.
CONFIGURACION
ACTUAL DEL FINANCIAMIENTO A LA PRODUCCION DOCUMENTAL EN NUESTRO PAÍS,
ARGENTINA
Actualmente las formas de financiamiento para producir un documental en
Argentina nos son muchas.
Se puede obtener financiamiento en el INCAA (Instituto Nacional de Cine
y Artes Audiovisuales)y a través de la 4ta vía de Fomento
(un subsidio) y de la Res.632 (la venta anticipada de derechos de televisación).
Esta última contempla la libertad en la elección del diseño
de producción, ya que la primera exige como condición sine
qua non ceder la gestión del proyecto a una productora con antecedentes
probados ante el INCAA.
Los montos rondan los $120.000 para la Res.632, y el dinero se distribuye
en diversos pagos desde la firma del contrato hasta la finalización
del film. Para la 4ta vía, los montos llegan hasta $600.000 y se
otorgan una vez que el film se estrena comercialmente.
Actualmente el Canal Encuentro (canal de cable educativo dependiente del
Ministerio de Educación) financia la producción de algunas
obras documentales, producidas para el canal, al mismo tiempo que compra
films realizados para incorporar a la programación.
También existe la alternativa de los fondos internacionales: Jan
Vrijman, Altercine, Göteborg, Huber Balls, Sundace, Visión
Sud Est, Ibermedia, etc. Que con distintas regulaciones otorgan financiamiento
para diferentes instancias del proceso de investigación, producción
y post-producción.
Muchos documentalistas, la mayoría, sustentan sus obras con financiamiento
propio. Intermediando la producción cinematográfica con
la práctica docente o la tarea técnica – realizativa
en diversas áreas del audiovisual (institucionales, publicidades,
video clips, etc).
El gran problema que atraviesan, es que los fondos con los que cuentan
(al ser propios) son muy escasos y el tiempo para abocarse de lleno a
la producción de sus obras, también.
Pero el escollo más importante en la realización documental
se presenta cuando la obra está terminada. ¿Como dar a conocer
la obra? ¿Cómo realizar un lanzamiento que revele la existencia
del film al conjunto de la sociedad?
Actualmente con el uso de las nuevas tecnologías; Internet (descarga
directa, mails masivos de publicidad, webs, etc.) proyectores portátiles,
soportes de exhibición de alta calidad y bajísimo costo
(DVDs), se ha comenzado a abrir instancias muy incipientes de lo que en
un futuro debería conformarse como un circuito de exhibición
y distribución de cine documental, sustentable, pero cuyo objetivo
final no sea la mera recuperación económica, sino la difusión
de las historias, las ideas, el recorte del mundo que estos films registran.
por Virna Molina
Octubre 2008.
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