VIRNA Y ERNESTO / CINE

LA INVESTIGACION DOCUMENTAL
por Ernesto Ardito


Lamentablemente proliferan con naturalidad los films documentales que carecen de una madurez reflexiva y científica en el campo de la investigación. Al poseer deficiencias en este núcleo suele suceder que el tema supera al realizador, por lo que opta por reducir el lenguaje a una instancia informativa, perdiéndose el mayor valor de un film que es el impacto de su capacidad crítica y la motivación de un debate progresivo. En otros casos se observa como la ambigüedad se instala en el abuso y discordancia de las “formas estéticas” por sobre el tema y la hipótesis. La armonía expresiva de las formas está directamente relacionada con su capacidad de retroalimentación directa con el tema. Y esto se pierde. Es decir, las formas se devoran al contenido, por no existir madurez para abordar el tema pautado.

Así es que la investigación es la médula, a partir de la cuál se articulan el tratamiento narrativo y estético durante el desarrollo de proyecto.
Pero la investigación no es una instancia encapsulada en la primera parte del abordaje documental sino que se continúa en el rodaje, ya que desde el comportamiento situacional ante cámara y de la observación de la misma, nuevas fronteras y dimensiones se abren para nuestro saber. Evoluciona nuestro sentido hipotético. Se incorporan nuevas herramientas para lograr nuestro objetivo de indagación. En la medida que esto se cumple, nuestra información y madurez va in crescendo, como así la confianza con las fuentes, y la naturalización de los diferentes conceptos y puntos de vista, que están en juego. Las barreras de las sutilezas y de los puntos oscuros se van iluminando.
Es así que en el encuentro entre idea y realidad se presenta el posible quiebre de la hipótesis temática planteada en la preproducción. El documentalista debe autoexigirse la madurez de ser un individuo totalmente libre, esto es ser libre de replantearse a sí mismo paradigmas internos frente al encuentro con otras perspectivas en el trabajo de campo. El embrión de una duda, de una crisis, construye el paso fundamental en la honestidad del mensaje a transmitir. Dejarlo crecer como nuevo criterio, coloca al proyecto en una instancia de autosuperación. Las situaciones frente a la cámara se retroalimentan de nuestro nuevo sentido. Crece la comunión y la interacción entre el cineasta y la situación. Este torbellino subjetivo construye la instancia artística del modo documental.

Pero es muy probable que al abrirse todos estos capullos de conflictos intelectuales y cotidianos desde nuestra parte, como la desconfiguración incontrolada de nuestra tesis en su choque con la realidad viva, desafiante y determinante; terminemos el rodaje con mas dudas que certezas. Es ahí en donde la investigación continua en su dinámica espiralada ascendente en el montaje. Con la serenidad del mismo, dado por el distanciamiento del lugar de conflicto y de los protagonistas, con la capacidad de observar las imágenes una y otra vez; nuevos elementos y descubrimientos aparecen en escena. Nuestras ideas fuera de la tensión del rodaje comienzan a asociar aristas conflictivas y temáticas, uniendo cabos sueltos y llegando a conclusiones superadoras. Así también luego, con la necesidad de buscar la estructura narrativa final en la exploración de como los temas se narraran al público. La síntesis, el lenguaje, la vinculación entre escenas personajes y líneas narrativas; el carácter reflexivo, crítico e indagador llega a su punto culminante. Porque debemos desenebrar y enhebrar constantemente los elementos que componen la investigación de nuestro film para encontrar el corte final. Y aquí se entiende que la asimilación del contenido alcanza su mayor impacto de comprensión en nosotros.

Así es como es inherente a la ética y al resultado mas interesante de una búsqueda documental, no quedarse con la primer observación o reflexión hipotética de un enclave de lo real.

Pero aquí no concluye la experiencia. Una vez culminado el film, al exponerlo frente a la audiencia surgen los debates. Y del intercambio entre el público y nuestra exposición surgen nuevas ideas, informaciones, datos, conclusiones mutuas. Es decir, que la investigación continua a lo largo de la exhibición, mientras estemos en contacto directo con el receptor del mensaje.

Antes de incorporarnos a un análisis de los pasos constitutivos de la investigación, es interesante encontrar en sus fuentes etimológicas ciertas definiciones primarias de nuestra relación con ella.
La investigación es un proceso que, mediante la aplicación de métodos científicos, procura obtener información relevante, fidedigna e imparcial, para extender, verificar, corregir o aplicar el conocimiento. Etimológicamente, la palabra investigación viene del latín in-vestigium, que significa en pos de la huella; así pues, la palabra investigación lleva en sí misma el sentido de que para indagar sobre algo, se necesita tener un vestigio o una huella. Se trata de buscar el sentido de las cosas, cada ser humano necesita más información sobre los seres que lo rodean, ya que desde el inicio de su existencia y durante toda su vida, tiene que coexistir con un entorno y un contexto de seres y de circunstancias. La investigación consiste en la búsqueda de la verdad: cuando el hombre pregunta, busca, indaga, lo que pretende conocer es la verdad acerca de aquello que significa descubrir o descorrer el velo de algo. Este algo, al ser descubierto se hace patente, o sea que manifiesta su sentido de verdad. Asimismo, la investigación consiste en ampliar el horizonte de significatividad, puesto que un término es significativo para nosotros cuando su sentido se puede explicar por el acervo de conceptos que ya poseemos; de igual manera, un objeto es significativo, cuando sabemos para qué sirve o en qué consiste su valor.

La investigación no debe ser improvisada, intuitiva, irreflexiva ni precipitada. Dado que está en juego nuestra responsabilidad y nuestra ética como documentalistas. Si no somos rigurosos en este campo, cometeremos errores continuos, dejándonos llevar por los preconceptos del paradigma en que nos formamos. El contenido es fácilmente refutable, careciendo la obra de validez. Por esto es muy importante, como en la labor periodística de investigación, asegurar la veracidad de nuestras fuentes, y sostener con documentación tanto gráfica como de registro, cada concepto crítico del discurso. De este modo, los detractores de nuestras ideas, no tendrán sustento.


Por Ernesto Ardito – 2009.