VIRNA Y ERNESTO / CINE

EL VALOR DEL TIEMPO
por Ernesto Ardito


El tiempo es el valor de cambio y de uso mas alto de un documental en el momento de su producción. Dado que un documentalista debe tomarse todo el tiempo que considere necesario para investigar, para registrar a sus personajes, para pensar el corte final de su film y montarlo. Un documentalista debe madurar, tanto el tema, como los recursos. Encontrarse con sus dudas, desmenuzar sus hipótesis, incertidumbres, contradicciones y cambios de punto de vista; como así también todos los problemas narrativos y estilísticos para plasmarlos en una obra contundente.

Luego de finalizado el montaje, solo está la publicación del film, ya no hay salida o solución, ni mucho menos excusas. Esa obra nos acompañará por siempre, como así nuestro resentimiento si falla, si fracasa, por nuestra culpa. Si encontramos puntos lamentables, que podríamos haber desarrollado mas efectivamente con tiempo de trabajo. Nunca estaremos enamorados completa y continuamente de un film. Pero no hay nada peor que reconocer en nuestro interior, la mediocridad por desidia.

El creador debe desafiarse a sí mismo, evolucionar dentro del mismo film. Y esto requiere de tiempo. Así como un científico lleva años para llegar a los resultados de su investigación, el documentalista debe hacer lo mismo con su película. Todo aquello que atente contra esto, atenta contra el nivel de la producción documental de un país o región, durante el período que imponga su ideología de producción. Y el mercado del cine lo está haciendo. Por esto el cine documental no debe responder a las leyes lógicas del capitalismo. Es aquí donde es demandante que cobren un fuerte rol los Estados, las fundaciones, instituciones educativas u organizamos no gubernamentales; para destinar fondos útiles a la producción documental. Bajo el mismo concepto y modalidad por los que se destinan fondos para la producción de ciencia, por ejemplo. Pues las condiciones de producción son exactamente las mismas. Así también que aseguren la independencia de mirada y opinión del film, hecho que el mercado de las cadenas de tv, hoy en día principales financiadores, no lo permiten.

Aunque es muy probable que en este modelo la burocracia institucional pueda afectar la línea de producción de un film.

En este sentido, autonomía es libertad.

Así como cada film puede poseer una estética particular, también puede poseer un modelo de producción específico, acorde al conflicto o tema a tratar. En donde cualquier dependencia directa o indirecta financiera puede afectar el desarrollo legítimo y original. Pero por suerte y necesariamente en función de los avances tecnológicos, próximamente los realizadores podrán ser financiados directamente por su público de todo el mundo a través de donaciones y pagos globales por internet evitando condicionantes privados o gubernamentales. Obteniendo la libertad financiera absoluta. Para criticar y repensar: Muchas “casas productoras” o productores ejecutivos, requieren que los films que financian no superen una media de tiempo de elaboración para su terminación, puesto que cuanto mas rápido está el film, mas rápido es la recuperación en el mercado.

En esta instancia, el desafío estará solo en él. Y la cuestión tiempo, será solo un condicionante de formación cultural o psicológica a romper. Pues por mas que no dependa de nadie, es muy probable que siga imperando la sensación de que cuando mas rápido mas efectivo. Y que cuanto mas tiempo se tarda para pensar y repensar, se está perdiendo el tiempo o algo está fallando. Un absurdo cargo de conciencia.
Ante esto, hemos visto inclusive lamentables ejemplos de productores que exigían a los realizadores que terminen su documental para un festival determinado, y si el realizador no llegaba, lo desplazaban del proyecto colocándole un montajista para tal fin. Esto avalado por un contrato leonino.

Otros muchos productores ejecutivos quieren cerciorarse que los documentales que administran, posean un tema y tratamiento acorde a las modas de los doc markets . Reduciendo experimentaciones expresivas de los realizadores, como ideas políticamente incorrectas. Vacían de ideología toda obra, las cargan de ambigüedad. Tanto realizador. y productor ya no son artistas libres, sino homo mercatus.


por Ernesto Ardito