VIRNA
Y ERNESTO / CINE
ALVAREZ ATACA!
Por
Ernesto Ardito
Para
un contenido revolucionario son necesarias formas revolucionaras. Desde
esta afirmación nos preguntamos, que es hallar una forma revolucionaria,
porque con respecto al contenido, estamos mas o menos encaminados.
¿Hay una forma mejor que la otra? No, porque a cada documental,
en función de los objetivos de tema y discurso le corresponde su
estética particular. Pero para llegar a encontrarla tendremos que
indagar, reprocesar, estudiar, investigar, crear y recrear, de la misma
manera que lo haríamos con las informaciones y las tesis de nuestro
discurso.
En muchos casos se discrimina al documental pues se lo observa como un
cadáver del periodismo. Muchísimas son las escuelas que
revirtieron y refutaron esta falsa hipótesis, pero a su vez el
lenguaje televisivo fue invadiendo de tal modo el contexto cultural de
la nueva generación de cineastas que muchos terminan con sus obras
revalidando esta tesis. Es un serio problema el creer que contar con un
fuerte contenido justifica que este valga por sí mismo y el lenguaje
cinematográfico no importe o solamente sirva para avanzar de página
en página hasta el final. Se subestima a un espectador que cuenta
actualmente con una gran cultura audiovisual, y sensorialmente asimila
sobre todo desde esta lógica contemporánea y no desde el
discurso textual u oral.
La redundancia de recursos facilistas como abuso de entrevistas, de protagonistas
como guías periodísticas, de una voz en off que modera manipulante,
atentan contra la búsqueda del lenguaje propio de un documentalista
como artista. En la historia se recurría a estos recursos por limitaciones
técnicas, que hoy ya no son un conflicto. Solo se ven justificadas
en pocas excepciones; en la mayoría opera el apresuramiento o la
subestimación por ignorancia, a las posibilidades del lenguaje
audiovisual .
Para esto nos vamos a detener precisamente en Santiago Álvarez,
el director del noticiero revolucionario Cubano ICAIC, quien a pesar de
tener la misión de realizar periodismo con el cine, revolucionó
las formas cinematográficas del documental.
Santiago, produjo una obra de alto impacto político y social, que
a su vez lo fue desde su tratamiento estético y narrativo. Buscando
precisamente formas revolucionarias para un contenido revolucionario.
Arte y política conjugados, sin obnubilarse por uno para justificar
el asesinato del otro.
Así decía: “La eficacia artística y política
de una obra cinematográfica reside fundamentalmente en la clara
posición ideológica con que ha sido realizada, porque en
definitiva la forma se hace hermosa cuando se basamenta en un contenido
hermoso y no se es artista revolucionario si se produce un divorcio entre
contenido y forma.”
La Universalidad
Santiago Álvarez tenía como objetivo que su cine sea masivo,
para difundir los preceptos de la revolución. Ante esto rompió
con sumos prejuicios conservadores y convencionalistas del documental
político latinoamericano. Y comenzó a experimentar con todos
los recursos de la técnica y la cinematografía para alcanzar
un lenguaje universal, desde el nucleamiento activo de lo emotivo, conceptual
e informativo. Anudando la máxima expresión poética
del cine, al discurso mas revolucionario en lo político. Permitiendo
que cualquier persona en cualquier lugar del mundo pudiera asimilar los
objetivos comunicacionales del film. Por ejemplo Hanoi Martes 13 es muda.
Pues Álvarez precisaba que se entendiera en Cuba y Vietnam. La
narración está dada por el montaje ideológico –
poético y la construcción de discurso es puramente cinematográfica.
El eje es que un cine militante se proponga la masividad como objetivo
precisamente para superar las barreras de los convencidos, poder abrir
las conciencias de aquellos que reciben un discurso hegemónico
opuesto durante las 24 horas y no solamente albergar la aprobación
de su pequeño grupo de partidarios.
Para esto es preciso desarrollar en profundidad los recursos audiovisuales.
Si el film se ampara en lo discursivo vertical, el espectador levanta
con razón su barrera, reconoce una propaganda. En este conflicto,
la forma cinematográfica es la que agrieta los paradigmas. Es la
que dispara otra percepción. Y va en busca de hallar esa universalidad.
En algunos casos, los discursos se transforman en herméticos para
el espectador, para esto la complejidad de un análisis puede tener
mejor eficacia receptiva incorporándose dosificadamente en el marco
de valores universales con los que el público se identifique desde
los personajes. Sin que el film reduzca sus objetivos, por el contrario,
los potencie.
En la escritura la palabra es la unidad, en el cine la imagen. Aparece
en muchos casos una confusión ambigua en los films políticos
sobre esto; en donde el rol de la imagen se reduce solamente a ilustrar
o legitimizar un texto escrito.
El audio hablado, tanto entrevista como locutor en off para desarrollar
una información, un concepto o una emoción provoca menor
receptividad, impacto y recordación en el espectador, que el poder
de una imagen o su montaje ideológico.
En esta exploración, un discurso político por ética
debe evitar el engaño, ser por sobre todo sumamente honesto, es
decir, que no responda a un interés corporativo. El espectador
es inteligente y no desea sentirse utilizado. Por otra parte, evitar su
pasividad, y esto significa proponerle un rol interactivo en donde descubra
elementos, asociaciones y encuentre por si solo sus propias conclusiones.
La búsqueda de la universalidad de Álvarez está dada
para propagar una idea, una denuncia, y abrir conciencias en todos los
confines posibles del mundo. En cambio el cine industrial, también
busca lo mismo, pero con fines comerciales, aunque también propaga
una ideología, la hegemónica, la del sistema dominante.
Así lo expresaba Santiago Álvarez : “pretendo hacer
un cine que llegue a las masas, que tenga un objetivo revolucionario ,
que sea comunicativo, que no se quede en una elite, que no sea para un
grupito, pues como el cine es un arte de masas , pues que llegue a las
masas y no se quede en determinada parte de la ciudadanía. Seria
mi mayor satisfacción y es que lo trato de hacer, que lo que hago
lo entienda la mayor parte del pueblo, no solamente en Cuba, sino cualquier
pueblo del mundo, que lo puedan entender hasta en Groenlandia. Un cine
Revolucionario debe ante todo tener comunicabilidad, sino, no es revolucionario…”
La conformidad es nuestro peor enemigo
Estos ejemplos nos ayudan a considerar que es tan importante trabajar
profundamente en el tratamiento estético y narrativo del film como
en la investigación histórica o periodística de su
contenido. En principio, buscar superar la primer mirada al tema, es decir,
generar discusiones complejas para sobrepasar lo ya conocido y evitar
redundancias mediocres. Prestar suma atención a la estructura narrativa
significa modular un creciente interés del espectador para atraparlo
en nuestro universo, manejar cautelosamente los tiempos, dosificar la
información, asentarla como punto básico, pero ir hacia
adelante en nuevas capas conceptuales; ir innovando en las estrategias
discursivas a medida que el relato avanza, tensionar gradualmente en el
espectador sus emociones y pensamientos, así también dejarlo
disfrutar del humor y la naturalidad, tal es el ser humano en sus complejas
dimensiones.
Como innovar en las estrategias discursivas significa ir reprocesando
el material con que contamos para hallar creativamente nuevos horizontes.
Es muy necesario despegarse de la coyuntura audiovisual que nos rodea
e investigar en antiguas escuelas del documental que, no por casualidad,
su obra, no nos llegan como debería. Y desde estos cimientos aprovechar
y exprimir las nuevas tecnologías creando una unidad entre estas
y el reflujo constante de ideas.
La peor que puede suceder es el conformismo, es decir, el sentir de que
una obra esta acabada cuando vemos que básicamente la narración
cierra. NO estamos ceñídos a nada, el documental es un género
que nos permite experimentar de mil formas, no hay un guion técnico
preestablecido a cumplir, la isla de montaje es la tela de un pintor.
En donde lo que mas vale son nuestras ideas y broncas en permanente evolución
y nuestra búsqueda de recursos que las disparen hacia la convulsión.
En función de nuestro anhelo de que el tema llegue de la forma
mas potenciada al público para provocarlo, sacudirlo de la comodidad,
provocar su discusión y su emoción, para que no salga de
la sala o de la visualización como si no hubiera visto ningún
film.
Es necesario destruir para crear. Destruir el miedo de exponernos en carne
y alma al que dirán, no importa lo que descubramos, pensemos o
filmemos/editemos. Por algo lo estamos descubriendo, pensando o filmando/editando.
Es nuestra responsabilidad histórica como artistas y analistas
del entorno. La peor censura, es la autocensura. A esta apela una política
psicológica del temor, que a modo de extorsión, es una de
las principales armas del modelo económico actual.
Por tanto también, es ineludible destruir los cánones artísticos
e ideológicos conservadores que nos ofrece como narcótico
el sistema, el cuál en apariencia de cobijarnos en premios y abrazos
monetarios, está conspirando para que nada cambie. Este conservadurismo
fue siempre sinónimo de burocracia, capitalista o comunista; doctrina
o modelo.
No hay excusas, los que decidimos somos siempre nosotros.
Es imperioso romper con otro condicionante, el individualismo. Crear grupos
de estudio junto a otros cineastas, grupos libres, sin condicionantes
teóricos, partidarios o corporativos. En donde discutir de modo
teórico práctico sobre forma y contenido, superando desde
la formación horizontal, quiméricos preconceptos en la producción,
distribución y creación; yendo hacia el encuentro de nuevos
modos cada vez mas efectivos o superadores. No se trata solo de producir
individualmente, sino de socializar nuestra experiencia artístico-productiva
y construir en conjunto.
Los procesos son paralelos, diferentes grupos de estudio o focos existen
o existirán en otros países o en la calle continua. Cuando
estos se junten, se definirá un nuevo movimiento.
¿Observar morir?
Santiago Alvarez sostenía” Un hombre o un niño que
se muera de hambre o de enfermedad en nuestros días no puede ser
espectáculo que nos haga esperar a que mañana o pasado mañana,
el hambre y la enfermedad desaparezcan por gravitación. En este
caso inercia es complicidad: conformismo es incidencia con el crimen.”
Si todos los documentalistas pensaran de este modo el sistema estaría
seriamente en riesgo, por lo que no es casual que predomine impulsado
desde los países centrales una tendencia del documental meramente
contemplativo, en busca de una falsa objetividad. En donde el documentalista
no puede tomar posición, en donde solamente su labor se debe reducir
a observar. ¿Observar morir? Este tipo de documentalistas se ponen
el traje de un cinismo atroz. Pero que es lo que los motiva? La premiación.
Pues desde la industria del documental se buscan este tipo de films, ya
que da la apariencia de que se habla de algo, de que hay libertad y compromiso,
pero por el otro lado hay una inacción cómplice. Hay por
supuesto una discriminación hacia los films de cuestionamiento
directo en lo político, social y económ9ico.; que atenten
contra el status quo. Si la llaga aparece se esconde. De este modo el
espectador mundial cree estar informado, pero las hipótesis profundas
quedan en el subsuelo.
Por Ernesto Ardito - Junio 2009.
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